SE(i)
3 Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite;
4 mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como cuchillo de dos filos.
5 Sus pies descienden a la muerte; sus pasos sustentan el sepulcro;
6 si no pesares el camino de vida, sus caminos son inestables; no los conocerás.
7 Ahora pues, hijos, oídme, y no os apartéis de las razones de mi boca.
8 Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;
9 para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel;
10 para que no se harten los extraños de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño;
11 y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,
12 y digas: Cómo aborrecí el castigo, y mi corazón menospreció la reprensión;
13 y no oí la voz de los que me castigaban; y a los que me enseñaban no incliné mi oído!