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40 y diciendo: Tú, el que derribas el Templo de Dios, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.
41 De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciendo con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían:
42 A otros salvó, a sí mismo no puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos a él.
43 Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.
44 Lo mismo también le injuriaban los ladrones que estaban crucificados con él.
45 Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.