SE(i)
1 Así dijo el SEÑOR: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salud para venir, y mi justicia para manifestarse.
2 Bienaventurado el hombre, que esto hiciere; y el hijo del hombre, que esto abrazare; que guarda el sábado de contaminarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal.
3 Y el hijo del extranjero, allegado al SEÑOR, no hable diciendo: Me apartará totalmente el SEÑOR de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco.
4 Porque así dijo el SEÑOR a los eunucos que guardaren mis sábados, y escogieren lo que yo quiero, y abrazaren mi pacto:
5 Yo les daré lugar en mi casa, y dentro de mis muros, y nombre, mejor que a los hijos y a los hijas; nombre perpetuo les daré que nunca perecerá.
6 Y a los hijos de los extranjeros, que se allegaren al SEÑOR, para ministrarle, y que amaren el nombre del SEÑOR, para ser sus siervos; todos los que guardaren el Sábado de contaminarlo, y abrazaren mi Pacto,
7 yo los llevaré al monte de mi santidad; y los recrearé en la Casa de mi oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi Casa, Casa de oración será llamada de todos los pueblos.