JBS - Spanish Jubilee Bible

Las
Sagradas Escrituras

Versión Antigua

Traducida de los Textos

Originales en Hebreo y Griego

al Español por Casiodoro de Reina (1569) y cotejada con la revisión de Cipriano de Valera (1602)

Apoyada en el Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas (1543) y en el Nuevo Testamento (1556) con los Salmos (1557) de Juan Pérez de Pineda

Y cotejada posteriormente con la traducción antigua de William Tyndale al Inglés (Nuevo Testamento de 1534) y con la Versión Autorizada (King James) de 1611.

La Palabra del Dios nuestro permanece para siempre (Isaías 40:8).

Amonestacion

Del Traductor de los Sacros Libros
al Lector y a toda la Iglesia del Señor:

Cristiano lector:

Intolerable cosa es a Satanás, padre de mentira, y autor de tinieblas, que la verdad de Dios y su luz se manifieste en el mundo; porque sólo por este camino es desecho su engaño; se desvanecen sus tinieblas, y se descubre toda la vanidad sobre la cual su reino es fundada, y de allí está cierta su ruina: y los míseros hombres que tiene ligados en muerte con prisiones de ignorancia, enseñados con la divina luz, se le salen de su prisión a vida eterna, y a libertad de hijos de Dios. De aquí viene, que aunque por la condición de su maldito ingenio aborrezca y persiga todo medio encaminado a la salud de los hombres, con singulares diligencias y fuerza siempre ha resistido, y no cesa, ni cesará de resistir (hasta que Dios lo frene del todo) a los libros de la Sagrada Escritura; porque sabe muy bien por la larga experiencia de sus pérdidas, cuán poderoso instrumento es éste para deshacer sus tinieblas en el mundo, y echarlo de su vieja posesión.

Largo discurso sería necesario hacer para recitar ahora las persecuciones que la Sagrada Escritura ha sufrido en otros tiempos, y los cargos infames que le ha hecho, por los cuales no pocas veces ha alcanzado a casi desarraigarlos del mundo; y lo hubiera alcanzado sin duda, si la luz que en ellos está encerrada, no tuviera su origen y fuente más alto que este sol, y que no consistiera en solo los libros como todas las otras disciplinas humanas; de donde viene que pereciendo los libros en que están guardadas, o por la condición de los tiempos, o por otros casos mundanos, ellas también perezcan; y si alguna restauración tienen después, es en cuanto se hallan algunas reliquias, con que ayudado el ingenio humano las resucita. Mas porque la fuente de esta divina luz es el mismo Dios, y su intento es propagarla en este abismo de tinieblas, de aquí, que aunque muchas veces por cierto consejo suyo permita a Satanás la potestad sobre los sagrados libros, y aunque él los queme todos, y aun también mate a todos los que ya participaron de aquella celestial sabiduría, quedándonos la fuente sana y salva, (como no puede tocar en ella) la misma luz al fin vuelve a ser restaurada con gran victoria, y él queda frustrado y avergonzado de sus diligencias.

Por ser pues este su pertinaz ingenio contra la divina palabra, estamos ciertos que no lo dejará de seguir en ésta obra presente, y que en cuanto ella es más necesaria a la Iglesia del Señor, tanto más él se desvelará en despertar contra ella toda suerte de enemigos, extraños y domésticos; los de lejos y los de cerca. Los de lejos, hace días que están despiertos para impedir toda versión vulgar de la Santa Escritura, a título de que los sagrados misterios no han de ser comunicados al vulgo, y que es ocasión de errores en él, &c. De cerca, no le faltarán otros supuestos, que con títulos algo más sutiles y aparentes se levanten contra ella, aunque por ventura a los unos y a los otros no les falte buena intención, y celo, como muchas veces acontece, que con buenas intenciones pero por falta de mejor enseñanza pensando servir a Dios, sirven al demonio y a sus intentos.

En cuanto a los primeros, no determinamos por ahora tratar la cuestión, si es conveniente o no, que la ley de Dios, y todo el cuerpo de su Palabra, ande de manera que pueda ser entendida por todos, remitiéndonos a otros muchos que antes de nosotros la han tratado copiosa y acertadamente. Bastará por ahora amonestarles con toda caridad y humildad, que si son Cristianos, y tienen verdadero celo de la gloria de Dios y de la salud de los hombres, como quieren que se entienda de ellos, miren lo primero, que de lo uno y de lo otro la Palabra de Dios contenida en los sacros libros es el verdadero y legítimo instrumento, y que por tal razón Dios lo ha comunicado al mundo para ser por él conocido y honrado de todos, y que por esta vía tengan salud; y esto sin excluir de esta universalidad ni doctos ni indoctos, ni esta lengua ni la otra. De donde es necesario que concluyan: Que prohibir la divina Escritura en lengua vulgar no se puede hacer sin singular injuria de Dios, e igual daño a la salud de los hombres, lo cual es pura obra de Satanás y de los que él tiene a su servicio.

Miren lo segundo, que hacen gran vergüenza a la misma Palabra de Dios en decir que los misterios que contiene no se hayan de comunicar al vulgo. Porque las supersticiones e idolatrías todas con que el diablo ha enloquecido al mundo, y extraviándolo del conocimiento y culto de su verdadero Dios, trajeron siempre este pretexto de falsa reverencia. Y tenía razón el inventor de ellas en esto, porque si quería que sus abominaciones permanecieran algo en el mundo, necesario era que el vulgo no las entendiera, sino sólo aquellos a quienes eran provechosas para sustentar sus vientres y gloria. Los misterios de la verdadera Religión son al contrario, pues quieren ser vistos y entendidos de todos, porque son luz y verdad; y porque siendo ordenados para la salud de todos, el primer grado para alcanzarla necesariamente es conocerlos.

Consideren en tercer lugar, que no le hacen menor afrenta en decir que sean ocasión de errores, porque la Luz y la Verdad (si confiesan que la Palabra de Dios lo es) a nadie puede engañar ni entenebrecer. Y si algunas veces lo hace (como no negamos que lo haga y muchas) de alguna otra parte debe venir el mal; no de su ingenio y naturaleza, que es quitar la tiniebla, descubrir el error, y deshacer el engaño. El Profeta Isaías claramente dice que su profecía no es para dar luz a todos, sino para cegar los ojos del Pueblo, agravar sus oídos, y embotar su corazón, para que no vean ni oigan la Palabra de Dios, y se conviertan y reciban sanidad; quien por evitar estos males mandaría entonces al Profeta que se callara, y le cerraría la boca, viendo que hiciera cosa conforme a la voluntad de Dios, y al bien de su Iglesia; mayormente diciendo él mismo otras muchas veces, que su profecía es luz para los ciegos, consuelo para los afligidos, esfuerzo para los cansados, &c. ¿Y qué hablamos de Isaías? El mismo Señor dice, que vino al mundo para juicio, para que los que no ven vean, y los que ven, sean ciegos. Le mandaron luego los padres de la fe de entonces que callara, por evitar el daño de los que de su predicación habían de salir más ciegos. De él dice Simeón, que viene para levantamiento, y también para ruina de muchos. Lo mismo había dicho de él el Profeta Isaías. Por lazo (dice) y por ruina a las dos casas de Israel, y de ellos tropezarán muchos, &c. Lo mismo dice el Apóstol de la predicación del Evangelio, que a unos es olor vital, a otros olor mortal. ¿Sería luego buena prudencia quitarlo del mundo, quitando a los buenos el único medio por donde se han de salvar, por quitar la ocasión de hacerse peores a los que se pierdan, y de suyo están ya señalados para perdición?

Miren lo cuarto: Que el estudio de la divina Palabra es cosa encomendada y mandada por Dios a todos, por tantos y tan claros testimonios del Antiguo y Nuevo Testamento, que sin muy largo discurso no se podrán aquí recitar; de donde queda claro que no puede ser sin impiedad inexcusable, que el mandamiento de Dios, tantas veces repetido, y tan necesario a los hombres, sea dejado y anulado por una tan débil razón; y que sin ningún pretexto, por santo que parezca, puede excusar, que si Dios la dio para todos, no sea una tiranía execrable que a los más la quiten; y falta de juicio es (si pretenden buena intención) que la habilidad para poder gozar de ella, sea saber latín solamente, como si sólo los que lo saben, por el mismo caso sean ya los más prudentes y píos: y los que no lo saben, los más puestos a los peligros, que dicen, que temen. ¿Si es la verdadera sabiduría, quién la necesita más que los más ignorantes? Si es Palabra de Dios, insigne injuria se hace a Dios, a ella, y a los buenos, que por el abuso de los malos, se le quite su libertad de correr por las manos de los que podrían usar bien de ella, y sacar los frutos para los cuales Dios la dio. Perverso juicio es que por evitar el inconveniente de los errores, que dicen, en algunos, priven a todos del medio con que podrían salir de la ignorancia, errores, herejías, idolatría, pecado, y toda corrupción, e iniquidad en que nacimos, y fuimos criados, y de que nuestra corrupta naturaleza se abreva (como dice Job) como peces del agua.

Si es Luz, a la luz resiste todo hombre que le impide salir en público para lumbre y alegría de todos; y tinieblas se debe llamar y mentira, porque a la luz y a la verdad no resiste ni pone impedimento, sino la tiniebla y mentira. Si es candela, a cuya lumbre el hombre ciego y habitante en esta caverna tenebrosa encamine seguramente sus pasos, visto es pretender de tener los hombres en su ceguera, el que no quiere que les sea comunicada con aquella abundancia con que ella se da. Si es escudo a todos los que en ella ponen su esperanza, espada con que el Apóstol arma al Cristiano para defenderse y ofender a sus enemigos en toda suerte de tentación, desarmado y por consiguiente vencido y muerto de mano del diablo lo quiere, quien se la quita que no la tenga tan copiosa y tan a la mano, cuanto son muchas y continuas sus tentaciones. Si es útil para enseñar en la ignorancia, para redargüir en el error, para reprender en el pecado, para enseñar a la justicia, para perfeccionar al Cristiano, y hacerlo hábil y pronto a toda buena obra, fuera de toda buena enseñanza, y de toda buena y Cristiana disciplina lo quiere, el error, el pecado, y la confusión en lo sacro y en lo profano ama y desea, el que en todo o en parte sepulta las divinas Escrituras; y sepultándolas en parte da a entender bien claro lo que haría del todo si pudiera, o esperara salir con ello.

Estas razones son claras, y se dejan entender de todos, no obstante todos los hermosos pretextos que se podrán traer en contra, que no son muchos; y el más dorado es el que hemos dicho, tan frío que ni aun con humana razón es digno de que se contienda mucho contra él, porque está claro que ningún hombre de sano juicio habrá, que de veras diga: Que un gran bien, y mayormente tan necesario a todos, dado de Dios para común uso de todos, se deba prohibir en todo ni en parte por el abuso que los malos ingenios pueden tener de él. Por monstruo de desvarío, enemigo del linaje humano, sería tenido justamente el rey o príncipe, que porque hay muchos que usan mal del pan, del agua, del vino, del fuego, de la luz, y de las otras cosas necesarias a la vida humana, o las prohíbe del todo, o hiciese tal estanco de ellas que no se dieran si no muy caras, y con gran escasez. La Palabra de Dios tiene todos estos títulos, porque también tiene los mismos efectos para el alma, miren pues los príncipes del mundo, en qué opinión quieren ser tenidos haciéndola pasar por tan inicua condición.

Finalmente como quiera que sea, es necesario que se resuelvan: Que ni las disputas inoportunas, ni las defensas violentas, ni los pretextos cautelosos, ni el fuego, ni las armas, ni toda la potencia del mundo junta podrá ya resistir, que la Palabra de Dios no corra por todo tan libremente como el sol por el cielo, como ya lo vamos todos probando por experiencia; y sería prudencia no poca aprender de lo experimentado para lo porvenir, y tomar otros consejos. Ni nos dejemos engañar más con los pretextos dichos, porque no se encubre mucho lo que el diablo pretende con ellos, aunque los que los han puesto tengan cuanta buena intención quisieron, por lo menos esto es necesario que esté fuera de disputa, que habiendo dado Dios su Palabra a los hombres, y queriendo que sea entendida y puesta en efecto por todos, ningún buen fin puede pretender el que la prohibiere en cualquier lengua que sea.

Casiodoro de Reina — 1569

De la edición original de Casiodoro de Reina, solamente tenemos conocimiento de seis copias que sobrevivieron a la hoguera de la Inquisición. Muchas Biblias fueron quemadas junto con sus dueños. Mataron a William Tyndale por traducir, publicar y difundir la Palabra de Dios. Pero cuando el diablo supo que no podía parar subsiguientes ediciones de las Sagradas Escrituras, se vió obligado a cambiar de táctica. Valiéndose de las buenas intenciones de muchos para actualizar, modernizar, y simplificar la Biblia el enemigo logró sembrar su cizaña, ocultando parcialmente la luz y la verdad de la Palabra de Dios, y poco a poco quitando el filo de la espada del Cristiano. Es nuestra intención presentarles la Palabra de Dios en ortografía y gramática actualizadas, pero con toda la fuerza y unción que fue derramada en el siglo dieciséis sobre hombres como Francisco de Enzinas, Juan Pérez de Pineda, Casiodoro de Reina, Cipriano de Valera y William Tyndale; hombres escogidos por Dios para ser traductores de la Biblia.

Russell Martin Stendal, Editor

Glosario

Arrepentimiento. Es esencial para la salvación (Hechos 17:30); implica dar la media vuelta para cambiar de rumbo hacia la enmienda, con el fin de hacer solamente la voluntad de Dios, y se manifiesta con los “frutos del arrepentimiento” (restitución). (Lucas 3:3-18; Hechos 17:30).

Belial. Satanás. El Maligno.

Buen Fruto. Por sus frutos los conoceréis – el fruto del Espíritu Santo se manifestará en la vida de todo cristiano auténtico. (Efesios 5:9).

Buenas Obras. Son iniciadas por el Espíritu Santo, según la voluntad de Dios y se hacen a la manera de Dios y con el poder de Dios. (Santiago 2:20).

Caridad. Hay que distinguir el Amor Divino (la palabra ágape traducida por el traductor original como “Caridad”) del amor humano para entender y vivir en el amor ágape que redime, (el amor vertical). Viene solamente cuando la vida de Dios se manifiesta en el ser humano; el hombre no lo tiene en sí mismo, ni lo puede obtener por su propia cuenta. Nace del sacrificio y no de las emociones humanas. La caridad es esencial para que nuestro amor humano, horizontal (fileos) sea saludable. Vean como se aman los unos a los otros, listos a dar la vida por los hermanos, sentir compasión por unos hermanos en dificultades tal como si fueran las propias. (1 Corintios cap. 13).

Carnalidad. Si vives según la carne morirás. (Romanos 8:13).

Concupiscencia. Apetito, o deseo de los bienes terrenos. Apetito desordenado por los deseos de la carne. (Santiago 1:15).

Creer o tener Fe. Es más que un reconocimiento mental de hechos históricos. La verdadera fe obra obediencia a Dios (Gálatas 3:2-11) y es dependencia total en él para que su gracia obre en nosotros. Se requiere arrepentimiento y fe (obediencia) para recibir el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:38).

Cristo. El Ungido y el que Unge; el que tiene toda Potestad. (Mateo 28:18). Es esencial que Jesús, el Cristo, sea nuestro único amo y Señor para que nos unja con el Espíritu Santo y con fuego. (Joel 2:32).

Cristianos. Los que viven en la unción de Jesús, el Cristo bajo la potestad de Dios.

Elección. La palabra en griego significa selección. Muchos son llamados, pero pocos son escogidos. Sienten su llamado y elección seguros por una serie de pasos dirigidos por Dios. (2 Pedro 1:1-11).

Espíritu Santo. El Consolador (Juan 14:16-18). Hay que “nacer de nuevo” por el Espíritu de Dios. La gracia de Dios puede obrar en nosotros mediante el arrepentimiento (de nuestras propias obras muertas) y la fe (dependencia total en Jesús, el Cristo, para obrar en nosotros). El auténtico Espíritu Santo obra santidad en nosotros para que podamos conocer plenamente a Dios.

Evangelio. Las buenas nuevas: que podemos someternos a un nuevo Rey y no tenemos que servir a la carne, al mundo, o a Satanás ni un momento más. (Marcos 1:1; 1:14,15; 13:10; 16:15).

Gentiles. Gente; paganos, inconversos; incircuncisos de carne y/o de corazón. (Jeremías 9:26). El Hombre natural.

Gracia. La potencia de Dios - Dios hará por usted lo que usted reconoce que no puede hacer por sí mismo para hallar arrepentimiento, liberación, y todos los recursos necesarios para vivir plenamente en santidad, comunicado con Dios. (Romanos 7:25-8:39).

Justicia (rectitud). La justicia actual, que sigue siendo la justicia de Cristo que obra en la vida diaria del creyente por la fe, mediante los recursos del Espíritu Santo. (Isaías 54:14-17; 1 Juan 2:29).

Madero. Poste o estaca sobre la cual fue colgado Jesús.

Perfección. Madurez: que no falta nada. La meta principal de la vida cristiana. (Hebreos 6:1).

Potencia. Virtud para hacer una cosa, para producir un efecto. Es el poder bajo control dirigido a un fin específico. Para que los dones del poder de Dios nos sean de provecho eterno, deben ser sometidos a la potestad de Jesús, para que seamos dirigidos por su Santo Espíritu, y no por las concupiscencias de nuestra carne. (Isaías 9:7; 1 Corintios 14:40).

Salud. Salvación del poder del pecado para seguir la voluntad de Dios; que da como resultado la vida en Cristo ahora para bienestar de nuestro cuerpo, alma y espíritu; más vida eterna como posesión definitiva en el juicio final. (Hebreos 2:3; Romanos 10:10).

Seol o Hades. El imperio de la muerte bajo la potestad de Satanás que mantuvo presos aún a los justos hasta la obra redentora de Jesús y que en la actualidad retiene solamente a los injustos en espera del juicio final. Es diferente al lago del fuego o “Gehena” (el Infierno) del juicio final que es la segunda muerte. (Lucas 16:20-31; Efesios 4:8; Apocalipsis 20:14).

Vida Eterna. Jesús, el Cristo, es la vida eterna, si lo tenemos a él, tenemos la vida. (1 Juan 5:10-13).

Vivir Guiados por el Espíritu. Los que son guiados por el Espíritu de Dios son los hijos de Dios. (Romanos 8:14).

Nota del Editor

Hemos hecho un esfuerzo para preservar el énfasis del original referente a mayúsculas, palabras en bastardilla y/o en [llaves]. Se emplea la bastardilla cuando, a criterio del traductor, la palabra es necesaria en cuanto al buen español, pero no figura en el manuscrito del idioma original. Las palabras en llaves son aclaraciones hechas por el traductor para evitar que se malentienda la frase. La puntuación y la ortografía tienen el propósito principal de preservar el sentido y el conjunto demostrado en los manuscritos originales, y no necesariamente según las normas del español moderno.

El Nombre de Dios aparece en los manuscritos hebreos de las Sagradas Escrituras con cuatro consonantes (sin vocales) YHWH o (JHVH) y se traduce de manera literal al español como YO SOY (según Exodo 3:14). Así mismo figura en el idioma griego en algunas citas del Nuevo Testamento (vean Mateo 14:27, Marcos 14:62, Lucas 22:70, Juan 4:26; 6:35,41; 8:18,24,28,58; 11:25; 18:5-8; Apocalipsis 1:8,11,17; 2:23; 21:6; 22:13,16). Los antiguos consideraban que el Nombre de Dios era demasiado sagrado para pronunciar, y entonces leían “Adonai” o Señor cada vez que encontraban las cuatro consonantes del tetragramaton. Tradición seguida por nuestro Señor Jesús y por los apóstoles más de trescientas veces en el Nuevo Testamento cuando citaban las Escrituras del Antiguo Testamento. En esta obra hemos continuado en la tradición de nuestro Señor en cuanto al Nombre de Dios (YHWH) en los Salmos y en los Proverbios.


Título en Inglés – The Jubilee Bible

(De las Escrituras de La Reforma)

Editado por: Russell M. Stendal

Jubilee Bible 2000 – Russell Martin Stendal

© 2000, 2001, 2010

Puede citarse en otras obras. Siempre que su contenido no sea alterado, puede utilizarse libremente en la distribución sin fines de lucro y no comercial de la Biblia. Se necesita permiso escrito de los editores para su reproducción comercial.

Primera edición publicada en el año 2000

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