Ephesians 5:1-6:24

SE(i) 1 Así que sed imitadores de Dios como hijos amados; 2 y andad en caridad, como también el Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros por ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave. 3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a los santos; 4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen; sino antes bien acciones de gracias. 5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que también es servidor de ídolos, tiene herencia en el Reino del Cristo, y de Dios. 6 Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas ha venido la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7 No seáis pues compañeros con ellos; 8 porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz, 9 (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, y justicia, y verdad), 10 aprobando lo que es agradable al Señor. 11 Y no comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien impugnadlas. 12 Porque torpe cosa es aun hablar de lo que estos hacen en oculto. 13 Mas todas las cosas cuando de la luz son impugnadas, son manifestadas; porque la luz es lo que manifiesta todo. 14 Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará el Cristo. 15 Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; no como necios, sino como sabios; 16 redimiendo el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis imprudentes, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18 Y no os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu; 19 hablando entre vosotros con salmos, y con himnos, y canciones espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando gracias siempre de todo al Dios y Padre en el Nombre del Señor nuestro, Jesús el Cristo; 21 sujetados los unos a los otros en el temor de Dios. 22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor. 23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como el Cristo es cabeza de la Iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo. 24 Así que, como la Iglesia está sujeta al Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como el Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla limpiándola en el lavamiento del agua por la palabra, 27 para presentársela gloriosa para sí mismo, una Iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha. 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne, antes la sustenta y regala, como también El Señor a su Iglesia; 30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 Por esto dejará el hombre al padre y a la madre, y se allegará a su mujer, y serán dos en una carne. 32 Este misterio grande es; digo empero en el Cristo y en la Iglesia. 33 Así también haga cada uno de vosotros, cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer que tenga en reverencia a su marido. 6 1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres; porque esto es justo. 2 Honra a tu padre y a tu madre, (que es el primer mandamiento con promesa), 3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. 4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. 5 Siervos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como al Cristo; 6 no sirviendo al ojo, como los que agradan solamente a los hombres; sino como siervos del Cristo, haciendo de ánimo la voluntad de Dios; 7 sirviendo con buena voluntad, como al Señor, y no a los hombres; 8 sabiendo que el bien que cada uno hiciere, esto recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. 9 Y vosotros, amos, haced a ellos lo mismo, dejando las amenazas; sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que no hay acepción de personas con él. 10 Por lo demás, hermanos míos, confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los cielos. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y estar firmes, habiendo acabado todo. 14 Estad pues firmes, ceñidos vuestros lomos de la verdad, y vestidos de la cota de justicia. 15 Y calzados los pies con el apresto del Evangelio de la paz; 16 sobre todo, tomando el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salud, y la espada del Espíritu; que es la palabra de Dios; 18 por toda oración y ruego orando en todo tiempo en el espíritu, y velando en ello con toda instancia y súplica por todos los santos, 19 y por mí, para que me sea dada palabra en el abrir de mi boca con confianza, para hacer notorio el misterio del Evangelio, 20 por el cual soy embajador en cadenas; que resueltamente hable de él, como debo hablar. 21 Mas para que también vosotros sepáis mis negocios, y cómo lo paso, todo os lo hará saber Tíquico, hermano amado y fiel siervo en el Señor, 22 al cual os he enviado para esto mismo, para que entendáis lo tocante a nosotros, y que consuele vuestros corazones. 23 Paz sea a los hermanos y caridad y fe, por Dios Padre y el Señor Jesús, el Cristo. 24 Gracia sea con todos los que aman al Señor nuestro, Jesús, el Cristo en incorrupción. Amén.