Romans 6:1-9:33

JBS(i) 1 ¶ ¿Pues qué diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia crezca? 2 En ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en el Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como el Cristo resucitó de los muertos a gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. 5 Porque si fuimos plantados juntamente en él a la semejanza de su muerte, también lo seremos a la de su resurrección; 6 convencidos que nuestro viejo hombre juntamente fue colgado en el madero con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que es muerto, justificado es del pecado. 8 Y si morimos con el Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 seguros de que el Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará más de él. 10 Porque el que es muerto, al pecado murió una vez; y el que vive, a Dios vive. 11 Así también vosotros, pensad que vosotros de cierto sois muertos al pecado; mas que vivís a Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. 12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumentos de iniquidad; antes presentaos a Dios como resucitados de los muertos, y vuestros miembros a Dios, por instrumentos de justicia. 14 Para que el pecado no se enseñoree de vosotros; porque no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. 15 ¿Pues qué? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. 16 ¿O no sabéis que a quien os presentáis a vosotros mismos como siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17 Gracias a Dios, que aunque fuisteis siervos del pecado, habéis obedecido de corazón a la forma de doctrina a la cual sois entregados; 18 y libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia. 19 Humana cosa digo, por la flaqueza de vuestra carne; que como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santidad, presentéis vuestros miembros para servir a la justicia. 20 Porque siendo antes siervos del pecado, ahora habéis sido hechos siervos de la justicia. 21 ¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22 Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos a Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin la vida eterna. 23 Porque la paga del pecado es muerte; mas la gracia de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. 7 1 ¶ ¿O ignoráis, hermanos (hablo con los que saben la ley), que la ley solamente se enseñorea del hombre entre tanto que vive? 2 Porque la mujer que está sujeta a marido, mientras el marido vive está obligada a la ley; mas muerto el marido, ella es libre de la ley del marido. 3 Así que, viviendo el marido, se llamará adúltera si fuere de otro varón; mas si su marido muriere, es libre de la ley (del marido); de tal manera que no será adúltera si fuere de otro marido. 4 Así también vosotros, hermanos míos, sois muertos a la ley en el cuerpo del Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, para que fructifiquemos a Dios. 5 Porque mientras vivíamos en la carne, los afectos de los pecados que eran por la ley, obraban en nuestros miembros fructificando a muerte. 6 Pero ahora somos libres de la ley de la muerte en la cual estábamos detenidos, para que sirvamos en novedad de Espíritu, y no en vejez de letra. 7 ¶ ¿Qué pues diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque (tampoco) conocería la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8 Entonces el pecado, cuando hubo ocasión, obró en mí por el mandamiento toda concupiscencia. Porque sin la ley el pecado estaba como adormecido. 9 Así que, yo sin la ley vivía por algún tiempo; mas venido el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; 10 y hallé que el mismo mandamiento, que era para vida, para mí era mortal; 11 porque el pecado, habida ocasión, me engañó por el mandamiento, y por él me mató. 12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, y justo, y bueno. 13 ¿Luego lo que es bueno, a mí me es hecho muerte? No; sino el pecado, que para mostrarse pecado por lo bueno, me obró la muerte, haciéndose pecado sobremanera pecaminoso por el mandamiento. 14 ¶ Porque ya sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido a sujeción del pecado. 15 Porque lo que cometo, no lo entiendo; y ni el (bien) que quiero, hago; antes lo que aborrezco, aquello hago. 16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya yo no obro aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí (es a saber, en mi carne) no mora el bien, porque tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo. 19 Porque no hago el bien que quiero; pero el mal que no quiero, éste hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no obro yo, sino el pecado que mora en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal me es propio. 22 Porque con el hombre interior, me deleito con la ley de Dios; 23 mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte? 25 La gracia de Dios, por Jesús, el Cristo, Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado. 8 1 ¶ Así que ahora, ninguna condenación hay para los que están en Cristo, Jesús, que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo, Jesús, me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, y por el pecado, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley fuera cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5 Porque los que son conforme a la carne, las cosas que son de la carne saben; mas los que conforme al Espíritu, las cosas que son del Espíritu. 6 Porque la prudencia de la carne es muerte; mas la prudencia del Espíritu, vida y paz; 7 por cuanto la prudencia de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede. 8 Así que, los que son carnales no pueden agradar a Dios. 9 Mas vosotros no sois en la carne, sino en el Espíritu, por cuanto el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él. 10 ¶ Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad es muerto a causa del pecado; mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Jesús, el Cristo de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13 porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu mortificáis las obras del cuerpo, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. 15 Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar (otra vez) en temor; mas habéis recibido el Espíritu de adopción (de hijos), por el cual clamamos, ¡Abba, Padre! 16 Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. 17 ¶ Y si hijos, también herederos; ciertamente de Dios, y coherederos con Cristo; si empero padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. 18 Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada. 19 Porque la esperanza solícita de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios. 20 Porque las criaturas sujetas fueron a vanidad, no de su voluntad, sino por causa del que las sujetó, 21 con esperanza que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22 Porque ya sabemos que todas las criaturas gimen (a una), y (a una) están de parto hasta ahora. 23 Y no sólo ellas, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción, es a saber, la redención de nuestro cuerpo. 24 Porque en esperanza somos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, no lo espera. 25 Pues si lo que no vemos lo esperamos, por paciencia lo esperamos. 26 ¶ Y asimismo también el Espíritu nos ayuda en nuestra flaqueza; porque orar como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu demanda por nosotros con gemidos indecibles. 27 Mas el que escudriña los corazones, sabe qué es el deseo del Espíritu, que conforme a Dios, demanda por los santos. 28 Y ya sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que conforme al Propósito son llamados (a ser santos). 29 ¶ Porque a los que antes conoció, también les señaló desde antes el camino para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el Primogénito entre muchos hermanos; 30 Y a los que les señaló desde antes el camino, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. 31 ¶ ¿Pues qué diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién será contra nosotros? 32 El que aun a su propio Hijo no escatimó, antes lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que los justifica. 34 ¿Quién es el que los condenará? Cristo, Jesús, es el que murió; más aun, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también demanda por nosotros. 35 ¿Quién nos apartará de la caridad de Cristo? ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36 (Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos estimados como ovejas de matadero.) 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar de la caridad de Dios, que es en Cristo, Jesús, Señor nuestro. 9 1 ¶ Verdad digo en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque deseara yo mismo ser anatema de Cristo por mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; 4 que son israelitas, de los cuales es la adopción (como hijos), y la gloria, y los Pactos, y la data de la ley y el culto y las promesas; 5 cuyos son los padres, y de los cuales es el Cristo según la carne, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén. 6 ¶ No que la Palabra de Dios haya faltado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas; 7 ni por ser simiente de Abraham son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada simiente. 8 Quiere decir: No los que son hijos de la carne, son los hijos de Dios; sino los que son hijos de la promesa, éstos son contados en la generación. 9 Porque la palabra de la promesa es ésta: Como en este tiempo vendré, y tendrá Sara un hijo. 10 Y no sólo esto; mas también Rebeca concibiendo de uno, de Isaac nuestro padre 11 (porque no siendo aún nacidos, ni habiendo hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección, no por las obras sino por el que llama, permaneciere), 12 le fue dicho que el mayor serviría al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. 14 ¶ ¿Pues qué diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. 15 Mas a Moisés dice: Tendré misericordia del que tendré misericordia, y me compadeceré del que me compadezca. 16 Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice de Faraón: Que para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi potencia, y que mi Nombre sea anunciado por toda la tierra. 18 De manera que del que quiere tiene misericordia; y al que quiere, endurece. 19 Me dirás pues: ¿Por qué, pues, se enoja? porque ¿quién resistirá a su voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? O dirá el vaso de barro al que lo labró: ¿Por qué me has hecho tal? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra, y otro para vergüenza? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira y hacer notoria su potencia, soportó con mucha mansedumbre los vasos de ira, preparados para muerte; 23 y haciendo notorias las riquezas de su gloria para con los vasos de misericordia que él ha preparado para gloria? 24 Los cuales también llamó, (a nosotros), ¡y no sólo de los judíos, sino también de los gentiles! 25 ¶ Como también en Oseas dice: Llamaré al que no era mi pueblo, pueblo mío; y a la no amada, amada. 26 Y será, que en el lugar donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío; allí serán llamados hijos del Dios viviente. 27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo; 28 consumación fenecida inunda justicia; porque sentencia abreviada, hará el Señor sobre la tierra. 29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado simiente, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra fuéramos semejantes. 30 ¶ ¿Pues qué diremos? Que los gentiles que no seguían justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por la fe; 31 e Israel que seguía la ley de justicia, no ha llegado a la ley de la justicia. 32 ¿Por qué? Porque la seguían no por fe, mas como por las obras (de la ley); por lo cual tropezaron en la piedra de tropiezo, 33 como está escrito: He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo, y piedra de caída; y todo aquel que creyere en ella, no será avergonzado.